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El plan de Europa para independizarse del gas ruso

Carlos Marcelles de la Casa



I. ¿Por qué es necesaria esta independencia?


Kotka es una pequeña ciudad finlandesa que se encuentra a 50 km al oeste de la frontera rusa. Desde su puerto industrial, uno de los más activos del país, es posible distinguir una enorme llama proveniente de las afueras de San Petersburgo. Esto es señal inequívoca de que, mientras Europa se prepara para un invierto incierto marcado por los altos precios de la energía, Rusia quema gas despreocupadamente. Concretamente, según Rystad Energy, Putin combustiona cerca de 10 millones de euros diarios de gas que podría enviar a la UE a través del gasoducto Nord Stream 1, cerrado recientemente por Gazprom (Rystad Energy, 2022).


Por ello, la invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor integración y colaboración paneuropea, especialmente en materia de seguridad e independencia energética, (que es tema que nos ocupa hoy). Esta idea, que ya era una conciencia social gracias a la pandemia de la Covid-19, es ahora una conciencia política también. A tenor de ello, este otoño e invierno pondrán a prueba la solidez de estas intenciones políticas. Los gobiernos europeos deberán destinar más recursos en el bien común, al mismo tiempo que sus economías entran en crisis e, incluso, en recesión. En otras palabras, los líderes políticos nacionales deberán incrementar la colaboración entre sus homólogos en un momento que naturalmente fomenta la introversión.


La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor integración y colaboración paneuropea.

Todos los países de Europa Occidental sufren las consecuencias de unos elevados precios de la energía, lo que, inevitablemente, se transformará (o es una realidad ya), en una de las principales preocupaciones electorales en el continente. Sin embargo, este hecho no es más que una instrumentalización de Putin para que la ayuda occidental a Ucrania cese. Por ende, la tentación a hacerlo, así como la presión de poner los intereses nacionales en primer lugar, no hará más que crecer a medida que el sufrimiento económico y social a causa de las facturas de la energía se haga más severo durante el invierno.



II. La política de sanciones


Hace ya seis meses desde que Rusia comenzó la citada invasión de Ucrania. En el campo de batalla se está librando una guerra de desgaste a lo largo de un kilométrico frente que va desde el Mar Negro hasta Járkov. Las recientemente iniciadas contraofensivas en Jersón en el norte e Izium en el sur (ver imagen 1), pueden ser el punto de ruptura de esta situación. De hecho, éstas han obligado por primera vez a Vladimir Putin a pronunciar la palabra “guerra” en su último discurso a la nación y a decretar una movilización parcial que afecta a unos 300.000 reservistas (Reuters, 2022). Sin embargo, mientas la lucha militar prosigue cosechando vidas, la lucha económica continúa también ferozmente con alcances no vistos desde la Segunda Guerra Mundial. Con ello, Occidente trata de paralizar a la 11ª economía del mundo (por volumen de PIB) mediante un variado arsenal de sanciones. De la eficiencia de esta lucha depende en gran parte el resultado final de esta guerra.


Imagen 1: situación de la guerra a 19 de septiembre de 2022. Fuente: Ecoavant.com, 2022.

A tenor de ello, desde el inicio de las hostilidades, EE.UU. y sus aliados han aplicado un variopinto régimen sancionador. La mitad de las reservas de divisas de Rusia están congeladas, sus grandes bancos están aislados del sistema SWITCH de pagos mundiales, Europa busca alternativas al gas ruso, las empresas rusas no pueden comprar insumos occidentales de cualquier tipo, los oligarcas y altos funcionaros de la Federación Rusa tienen activos congelados y pasaportes denegados, algunos países europeos ponen travas a la concesión de visas para ciudadanos rusos, etc (Fragomen, 2022).


De la eficiencia de esta lucha económica depende en gran parte el resultado final de esta guerra.

Además de satisfacer a la opinión pública, estas medidas tienen objetivos más estratégicos. A corto plazo, la idea era, al menos inicialmente, desencadenar una crisis de liquidez y de balanza de pagos en Rusia que dificultara al Kremlin la financiación de la guerra. En cambio, a largo plazo, la intención es perjudicar la capacidad productiva y la sofisticación tecnológica de Rusia, de modo que, si Putin aspira a invadir otro país, tendrá menos recursos disponibles. Un objetivo final es disuadir a otros de hacer guerra.


Sin embargo, el arma de las sanciones tiene graves fallos. Uno de ellos es el desfase temporal. El bloqueo del acceso a la tecnología que Occidente monopoliza tarda años en hacer efecto, y las autocracias son buenas para absorber el golpe inicial de un embargo porque tienen capacidad de reunir recursos. Además, hay que tener en cuenta las consecuencias. Aunque el PIB de Occidente es mucho mayor que el de Rusia, no se puede negar que el Putin se baña en gas mientras Europa lo mendiga. Por ende, el mayor defecto es que los embargos totales o parciales no son aplicados por más de 100 países con el 40% del PIB mundial (Financial Times, 2022). Cuando el petróleo de los Urales no fluye a Europa Occidental, lo hace hacia Asia. China ya ha anunciado que pagará a Gazpron en yuanes y en rublos, en vez de en dólares americanos. Desde Emiratos, se puede volar a Moscú hasta siete veces al día. Una economía globalizada se adapta bien a los choques y a las oportunidades, sobre todo porque la mayoría de los países no quieren imponer la política occidental. Por todo ello, esta guerra económica revela la decreciente capacidad de las democracias liberales occidentales para ejercer una fuerza hegemónica y dominante mundial.



III. La encrucijada del gas natural licuado


En 2021, Rusia proporcionó alrededor del 40% del gas que consumía la UE. Desde la invasión de Ucrania, los números han cambiado rápidamente. El 31 de mayo, Gazprom, anunció que dejaría de suministrar gas a GasTerra, (Holanda), y a Orsted, (Dinamarca), después de que ambas se negaran a pagar en rublos. También se cortó el suministro de Shell a Alemania. La decisión obedecía a una represalia del Kremlin ya que un día antes, la UE había anunciado la prohibición de adquirir petróleo ruso, que englobaba el 75% de las importaciones holandesas de este bien y el 90% de las danesas para fin de año. Además, Rusia ya había cortado suministro de gas a Bulgaria, Finlandia y Polonia (Financial Times, 2022).


Para desprenderse del suministro ruso, muchos países europeos han recurrido al gas natural licuado (GNL) importado desde Estados Unidos y Asia. Estas importaciones aumentaron un 47,7% interanual en abril, y un 19,9% respecto a marzo (The Economist, 2022). Sin embargo, este suministro líquido debe ser devuelto a su estado gaseoso antes de ser enviado a los clientes finales. Hasta hace poco, Europa parecía disponer de suficientes instalaciones de procesamiento y, en teoría, puede manejar suficiente GNL para sustituir casi dos tercios del gas ruso.


Pero, a medida que Rusia empieza a cerrar el grifo, se hace patente la escasez de instalaciones de procesamiento y oleoductos para su posterior transporte. Aquí está el problema. La mayor parte de la capacidad de regasificación de Europa se encuentra en el sur y el oeste; Gran Bretaña y España tienen aproximadamente la mitad. Los países sin litoral del este, que son los más expuestos a la energía rusa, tienen dificultades. Falta la infraestructura para enviar el gas a donde se necesita. En los últimos meses, los dos gasoductos por los que Gran Bretaña envía gas a Europa han funcionado a toda máquina. Sin embargo, en el sur, Francia ha frustrado la creación de un gasoducto desde España para enviar gas argelino a Alemania (Euronews, 2022). Una decisión que sólo obedece a los intereses geoestratégicos de Francia y, obvia por completo el interés paneuropeo (ver imagen 2). Veremos si en la Cumbre Hispanoalemana, que tendrá lugar en La Coruña entre el 5 y 6 de octubre de 2022, Sánchez y Scholz idean un plan para hacer cambiar de parecer a Macron.


Imagen 2: proyecto del gasodcuto MidCat. Fuente: Heraldo de Aragón, 2022.



Y es que Alemania es un caso que requiere especial atención. El país germano se ha visto especialmente afectado, ya que depende del gas para su economía industrial, especialmente tras el cierre de sus centrales nucleares; pero, al mismo tiempo, todavía no tiene terminales de GNL en funcionamiento. Antes de la guerra, obtenía el 55% de su gas de Rusia, a un precio barato. A tenor de la invasión, el gobierno se ha apresurado a revertir esta situación (The Economist, 2022). El 19 de mayo, el Parlamento alemán aprobó una ley para acelerar la aprobación y construcción de terminales (eliminando varios controles medioambientales). Sin embargo, la construcción de instalaciones en tierra lleva tiempo. Una solución rápida consiste en adquirir unidades flotantes de almacenamiento y regasificación (fsrus) (imagen 3). Éstas no son más que buques que vuelven a convertir el combustible líquido en gas. El gobierno alemán tiene previsto instalar cuatro en un futuro próximo, con un coste de casi 3.000 millones de euros (3.200 millones de dólares). El primer proyecto, en Wilhelmshaven, en el Mar del Norte, podría empezar a funcionar dentro de unos meses y tendrá una capacidad de 7.500 millones de metros cúbicos al año, equivalente a cerca del 8,5% de la demanda de gas de Alemania (Green Wilhelmshaven, 2022).


Imagen 3: barco metanero (izq.) junto a un FSRU (dcha.). Fuente: Portal Portuario, 2022.



IV. Otros países siguen la iniciativa.


Polonia, que dependía de Rusia para cerca de la mitad de su gas (aunque cerca del 70% de su energía proviene del carbón), planea adelantar la apertura de un fsru a 2025 y está estudiando la posibilidad de instalar otro, lo que le permitiría vender más gas a países sin salida al mar como la República Checa o Eslovaquia (The Economist, 2022).

Francia e Italia han iniciado el proceso de adquisición de los suyos; el 30 de mayo, la empresa energética italiana SNAM llegó a un acuerdo de 350 millones de dólares para comprar un buque. A largo plazo, se prevén más terminales en tierra. Alemania sigue adelante con dos que, combinadas con el fsrus, le darían una capacidad de importación de 53.000 millones de metros cúbicos al año, más de lo que compró a Rusia en 2021. Está prevista una tercera (Ibid, 2022).


Los grupos ecologistas se quejan de que las costosas inversiones en combustibles fósiles van en contra de los objetivos europeos de reducción de emisiones. Pero por ahora, reducir la dependencia de la energía rusa es la prioridad del continente.



V. Más allá de esta guerra


La buena noticia es que, seis meses después del inicio de la invasión, las democracias occidentales se están adaptando a la nueva realidad de la guerra. Las armas de la OTAN entran con regularidad en Ucrania (lo que también previsiblemente alimenta y alimentará a un potente mercado negro de armas en Ucrania, especialmente tras el cese de las hostilidades), la Alianza está fortificando las fronteras europeas con Rusia, y Europa está asegurando nuevas fuentes de gas, lo que, por otro lado, podría suponer una oportunidad para acelerar la transición a energías más limpias, como la nuclear o las renovables. Asimismo, Estados Unidos está reduciendo su dependencia de la tecnología china e instando a Taiwán a mejorar su capacidad defensiva.


Las democracias occidentales se están adaptando a la nueva realidad de la guerra.

El problema es que todas las autocracias, desde Bielorrusia a la China de Xi Jinping, también están estudiando la guerra de sanciones con Rusia y están ocupadas aprendiendo las mismas lecciones. Ucrania marca una nueva era del conflicto del siglo XXI en la que los elementos militares, tecnológicos y financieros están entrelazados. Pero no es una era en la que Occidente pueda arrogarse la preeminencia. Nadie puede contrarrestar una invasión sólo con dólares y semiconductores. Enfrentarse a autocracias agresivas requiere actuar en varios frentes. El poder duro sigue siendo esencial.



Bibliografía


Euronews. (2022). ¿Por qué Francia se opone al gasoducto que conectará España con el norte de Europa? . Obtenido de https://es.euronews.com/my-europe/2022/09/07/por-que-francia-se-opone-al-gasoducto-que-conectara-espana-con-el-norte-de-europa


Financial Times. (2022). Russia indefinitely suspends Nord Stream gas pipeline to Europe. Obtenido de https://www.ft.com/content/5867c175-df16-4c8b-9b7a-a868a19d0138


Financial Times. (2022). Russia sanctions list: What the west imposed over the Ukraine invasion. Obtenido de https://www.ft.com/content/6f3ce193-ab7d-4449-ac1b-751d49b1aaf8


Fragomen. (2022). Worldwide/Russia: Update on Visa Suspensions for Russian Citizens. Obtenido de https://www.fragomen.com/insights/worldwiderussia-update-on-visa-suspensions-for-russian-citizens.html


Green Wilhelmshaven. (2022). Uniper is transforming Wilhelmshaven into a central energy hub for the import and production of green hydrogen-based energy sources. Obtenido de https://www.greenwilhelmshaven.de/en/


Reuters. (2022). Russia calls up 300,000 reservists, says 6,000 soldiers killed in Ukraine. Obtenido de https://www.reuters.com/world/europe/russias-partial-mobilisation-will-see-300000-drafted-defence-minister-2022-09-21/


Rystad Energy. (2022). Russian crude output rebounds strongly, but hard times lie ahead.

Obtenido de https://www.rystadenergy.com/news/russian-crude-output-rebounds-strongly-but-hard-times-lie-ahead


The Economist. (2022). Europe is preparing for Russian gas to be cut off this winter. Obtenido de https://www.economist.com/europe/2022/07/11/europe-is-preparing-for-russian-gas-to-be-cut-off-this-winter



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